Donde el tiempo se detuvo

En Uribelarrea, cerca de Cañuelas, pulperías, quesos y recuerdos
El pueblo de Uribelarrea posee calles de tierra polvorientas que protegen acacias y fresnos; siestas de sol con perros que ladran incansablemente; gansos, gallinas, caballos, bicicletas, y casi nada de autos, todo perfumado por el olor del pan recién horneado de la panadería pintada de amarillo.
Algún loco manso descansa su modorra en la plaza octogonal o en alguna de las ocho calles convergentes o cuatro diagonales, resultantes del trazado original diseñado por el ingeniero arquitecto Pedro Benoit, el mismo que dibujó La Plata.
A 50 minutos de Buenos Aires y a 15 de Cañuelas, este pequeño pueblo rural e histórico, fundado por don Miguel Nemesio de Uribelarrea en 1890, asoma al turismo con pulperías, restaurantes, fiambres, quesos y cervezas artesanales.
Pero hubo un tiempo, cerca de los años 30, en el que Uribelarrea poseía cinco almacenes de ramos generales y cuatro escuelas; había clubes y bailes de gala; pasaba el tren lechero y otros 34 servicios diarios, y funcionaban cerca de 100 tambos, en su mayoría emprendimientos familiares de vascos e italianos que emigraron al país tentados por su prosperidad.
Uribe, como lo llaman los parroquianos, se fundó antes de la llegada del ferrocarril, que comenzó a funcionar en 1892: cuando pitó la primera locomotora frente a la flamante estación. En el pueblo, ya existían 19 casas con su parroquia Nuestra Señora de Luján, de estilo neogótico. Del antiguo poblado netamente tambero queda poco (...) ; también sigue en pie la Escuela Agrotécnica Salesiana Don Bosco, una de las primeras de América latina, que ofrece quesos y chacinados elaborados por los 350 alumnos y docentes. En la entrada del pueblo, el Museo de Máquinas y Herramientas Rurales Leopoldo Rizzi exhibe una importante colección de máquinas y herramientas antiguas los fines de semana.
El sabor del tambo
Con toda esta mística y algunas facilidades por parte del municipio de Cañuelas, Uribelarrea fue elegido por microemprendedores para instalar establecimientos de productos artesanales. Tal es el caso del Tambo Caprino Valle de Goñi. Allí, Horacio Martínez y su mujer, Regina, cuidan 100 cabras Anglo Nubian multipropósito y realizan sus especialidades. Además de almorzar o tomar el té y comprar los exquisitos productos --dulce de leche, licor y quesos de cabra elaborados al estilo argentino, tipo sardo, provolone, entre otros--, los dueños ofrecen una visita didáctica. Por otra parte, con antiguas recetas italianas y españolas, el ingeniero agrónomo Miguel Carello elabora y vende sopressatta siciliana, salametti, longaniza calabresa, entre otros embutidos de Pueblo Escondido. Carello es también jefe de producción de la Escuela Don Bosco, donde además de los chacinados y quesos, se crían y venden huevos de gallinas ponedoras, conejos, pollos parrilleros... El especialista de Pueblo Escondido utiliza especias, máquinas manuales, carne de frigoríficos de la zona, nada de conservantes químicos ni aditivos. En el local se puede ver la elaboración de los embutidos o su maduración en ambientes con temperatura controlada, y además se realizan degustaciones.
Antes del retorno, es posible observar cómo el sol se apaga desde las mesas de la cervecería, canturreando y al trote de los caballos que arrean el ganado hacia los corrales.
Silvina Beccar Varela

No hay comentarios: